jueves, 21 de febrero de 2008

Un arqueólogo español halla la tumba intacta de un arquero egipcio


Primero fue un sarcófago policromado de la XVIII dinastía. Le siguió la 'tabla del aprendiz', única imagen frontal conocida de un faraón del antiguo Egipto que hoy adorna una sala del Museo de Luxor.Relieves de factura preciosista, vasos canopos antropomorfos, un ajuar funerario completo, y, el año pasado, arreglos florales momificados, prenda de rituales conocidos, pero hasta entonces faltos de pruebas físicas. Son los frutos que ha ido cosechando en la vieja Tebas el Proyecto Djehuty, el de más envergadura de la egiptología española, desde hace siete años. Y suma y sigue.La última campaña de excavación, cerrada hace apenas unos días, se cerró con un premio gordo.
El equipo del egiptólogo José Manuel Galán, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha desenterrado el ataúd intacto de un arquero de hace 4.000 años. Se llamaba Iqer, que significa 'el excelente', según la inscripción jeroglífica que identifica la caja, policromada y decorada con motivos primitivos. En el interior, el cuerpo momificado del soldado, debajo de dos grandes arcos y tres bastones largos. A un lado del sarcófago, se han recuperado una vasija y cinco flechas clavadas en tierra, con sus plumas en el extremo. Iqer es un regalo más que mana del complejo funerario de Djehuty y Hery -dos nobles tebanos del 1500 y 1550 antes de Cristo, servidores de la faraona Hatshepsut-, que excavan Galán y su gente en la necrópolis de Dra Abu el-Naga, en la orilla occidental de la antigua Tebas, hoy Luxor.
«Es un hallazgo único y sorprendente porque muy pocas veces los arqueólogos tienen la fortuna de descubrir un enterramiento intacto tan antiguo», destaca Galán. Lo normal en la egiptología es llegar a las tumbas con retraso. «La primera visita solía ser la de la familia del difunto para recuperar las joyas y los objetos de valor» de los que se rodeaba el muerto para el Más Allá, pero que sus deudos necesitaban en el más acá. Y la segunda, «en el siglo XIX, por saqueadores profesionales de tumbas que provocaban grandes daños.
El arquero tiene un doble valor; haber sobrevivido al expolio y documentar una época oscura del Egipto faraónico. «La dinastía XI es un periodo de la historia de Egipto que se conoce muy poco». En ese momento se libraba una guerra civil previa a la unificación política del Alto y el Bajo Egipto bajo un monarca único, Montuhotep. Iqer ilustra ese conflicto, fruto de una sociedad compleja, guerrera «y también sofisticada, cultivada, intelectual y religiosa», explica el investigador. Es, también, una muestra más de los usos funerarios de los antiguos egipcios y del hábito de reutilizar los buenos emplazamientos y superponer enterramientos de distintas épocas.
Fuente: El correo digital
Foto: EFE

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